EL CARISMA DEL MOVIMIENTO APOSTÓLICO

El carisma del Movimiento Apostólico es el recuerdo de la Palabra de Jesús al mundo que la ha ovidado. La ha olvidado porque esta privado del Evangelio, que guía sus pensamiemtos, y de la fe de la Iglesia, que orienta sus acciones: falta la verdad y los sanos principios morales que deben ser el ornamento de cada hombre, su belleza interior y exterior.

El Evangelio se rememora a los bautizados. Se anuncia a todos aquellos que aún no lo conocen. ¿Cómo se recuerda? . Con las palabras y las obras , o bien el testimonio de vida. Por esto es pedido a cada integrante al Movimiento Apostólico que escuche, viva y done la Palabra. Esto se produce a través de la frecuentación a la catequesis orgánica, sistemática y permanente. En el Movimiento Apostólico la catequesis explica la Palabra del Evangelio a la luz de la fe de la Iglesia y los Documentos del Papa y los Obispos, poniendo mucha atención sobre los Planos Pastorales que las Iglesias locales de año a año ofrecen a los fieles que viven en el mismo.

El catecismo es el fundamento del carisma del Movimiento Apostólico. Ninguno puede ser testimonio de la Palabra, si no se la conoce, porque sigue con dedicación y frecuencia estos caminos de conocimiento y profundización que el Movimiento ofrece a sus integrantes y a todo el pueblo de Dios. Cuantos desean responder “si” a la Virgen María, cuantos quieren seguir el camino que el Señor ha trazado para ellos, saben que la catequesis es un instrumento indispensable.

A la Catequesis se agregan las palabras de exhortación que todos los lunes la Inspiradora y Fundadora del Movimiento Apostólico, señora María Marino, dirije a todos sus integrantes, que confirman su vida rendida a la voluntad de Cristo Señor.

Cuando la Palabra de Dios comienza a tomar vida en nosotros, se comienza a pensar con los pensamientos de Jesucristo y obrar según su voluntad. Se convierta así como sal de la tierra y luz del mundo, porque se transforma una sola cosa con Cristo, el Unico y Verdadero Sal y Luz. El mundo ve las obras buenas de la sabiduría, de verdad y de amor, glorificando al Padre nuestro que está en los Cielos.

Junto a la catequesis, el integrante del Movimiento Apostólico que desea operar fructificamente, debe iniciar un camino serio de acsesis, que deberá liberarlo del pecado tanto mortal como venial,de manera que dentro de él pueda operar solamente la gracia de Dios, según la extraordinaria potencia del Espíritu Santo.

El sacramento de la confesión lo liberará de cada pecado cometido. El Cuerpo y la Sangre de Jesucristo lo recopensará con la vida Eterna. Santificado y fortificado, renovado y vivificado por estos sacramentos, dejándose llevar de la mano por la Virgen María, Madre de la Redención, que invocará cotidianamente con el Santo Rosario, amando a los Angeles e imitando a los Santos. El integrante del Movimiento Apostólico inicia el camino acsesis que deberá conducirlo a vivir siempre junto a Dios, de modo tal que la luz divina, su sabiduría y cada don de gracia y de verdad pueda colmar en abundancia dentro de su corazón llevando al máximo desarrollo de crecimiento y fructificación. La misión del Movimiento Apostólico es tambíen el carisma. El Señor concede el don de reconocer su Palabra íntegra y pura a todos aquellos que con empeño, amor y asiduidad se comprometen no solo a escuchar su Palabra en la catequesis, sino tambíen sobre todo a transformarla en su vida y a convertirlos en operadores de vida en medio de sus hermanos.Quien lo hace con celo, dedicación y simpleza, poniendo buena voluntad, viene enrriquecido por el Señor de un particular don de gracia, que hace que cada palabra del Evangelio referida toque el corazón de quien la escuche y le provoque deseo de convertirse y salvarse.

Es este el secreto del crecimiento, del desarrollo, de la difusion del Movimiento. Donde se trabaja con dedicación, seriedad y continuidad para la gloria de Dios, donde se busca solo al Señor, donde se dejan de lado todos los intereses humanos el Señor rinde prospero al Movimiento Apostólico de frutos de conversion e adhesión a Cristo, con el retorno a su Casa y a su Iglesia.

Es suficiente que una sola persona que crea, para que florezcan conversiones sólidas, estables, bien fundamentadas, misionarias, capaces de testimoniar y de un gran labor de evangelización entre sus hermanos.

La historia atestigua esta extraordinaria gracia del Espíritu Santo. El Movimiento Apostólico nació y vive en lugares impensables. Vive con la fuerza de su carisma, crece con la potencia del Espíritu Santo, con este don de gracia que opera en sus mienbros que se comprometen, que rinden su vida a la misión que el Señor le ha confiado y que libremente elijieron.

El adherente al Movimiento apostólico debe siempre si el está en la Palabra y vive con la Palabra del Señor. Si esto ocurre, el Espíritu hará nacer frutos en su seno, como el agua que se transforma en manantial que fluye eternamente.

Virgen María, Madre de la Rención, te agradecemos, te bendecimos y te alabamos en este camino de salvación que has querido manifestar al mundo a través del carisma del Movimiento Apostólico. Haz que cada integrante entienda la vocación que le has confiado y que se disponga con corazón simple y puro, sabio y prudente a cumplirla con celo siempre mayor y con ardiente caridad. Gracias, oh Madre, por esta misión y este don. Haz que obremos siempre en conformidad a los deseos y voluntad de Jesús, tu Hijo y Nuestro Señor.

Sac. Costantino Di Bruno