El Instituto secular “María madre de la Redención”
Nacío dentro del Movimiento Apostólico
el Instituto secular “María madre de la Redención”
Catanzaro: una nueva página de historia dentro del Movimiento Apostólico fue el 26 de febrero del 2006, donde en la Parroquia “María Madre de la Iglesia” en San Juan de Catanzaro, en una solemne ceremonia eucaristica presidida por S.E. Mons. Antonio Ciliberti, Arzobispo Metropolita de Catanzaro, ha dado a conocer publicamente la apertura del “Instituto María Madre de la Redención”, constituido y erigido con caracter diosesano. Presentes también sus Exas. Mons. Antonio Cantisani, Obispo Emérito de Catanzaro-Esquilache,y Mons. Vicenzo Rimedio, Obispo Emérito de Lamezia, presbíteros, diaconos,religiosos y religiosas, el Coro “Madre redemptionis”, dirigido por Don Biaggio Maimone, responsables de la oficina diosesana de misión sacra y numerosos fieles provenientes de diversas diósesis donde opera el Movimiento Apostólico.
Cinco son los primeros mienbros del Instituto Secular. La Fundadora-Inspiradora del Movimiento, la sra, María Marino, Anna Consoli, Francesca Mazza, Paula Scutífero y Graziela Marcellino, que llamadas por su nombre delante el Arzobispo han expresado, libremente, de querer consagrarse al Señor, dedicándose de manera prioritaria a escuchar la palabra de Dios y a su anuncio mediante la evangelización y la catequesis; una vivencia más intensa, por lo tanto, es el mismo carisma que dede hace años caracteriza al Movimiento Apostólico.
Una evangelización indispensable para la Iglesia, que también el gran Papa Juan Pablo II reconoce en 1987 cuando, con un discurso destacado,asoció al Movimiento Apostólico con el Cenáculo para llevar a Cristo y su Espíritu en una sociedad secularizada.
Durante la homilía, mons. Arzobispo al saludar a la fundadora e inspiradora, los Obispos, el Asistente eclesiastico Central del Movimiento,el teólogo Mons. Constantino di Bruno, numerosos presbíteros “signos visibles del Amor de Dios en la Iglesia”, y todos los presentes; ha recordado la figura de S.E. Mons. Armando Fares, que como obispo de Catanzaro, junto a su obispo auxiliar,S.E. Serafino Sporvieri, en 1979, guiados por la acción del Espíritu de Dios, reconocieron en el Movimiento Apostólico, como un don del Espíritu Santo.
“Cada persona-dijo Mons. Ciliberti- en lo espécifico de su vocación es llamada a llevar a termino en la historia una misión particular. Una misión que no podrá ser nunca concentrada en otros. Una cosa, que solicita a cada uno de nosotros a redescubrir su rol específico y obrar con responsabilidad al interno de la humanidad”.
“Y en nombre de la comunidad religiosa-concluyó con firmeza el Arzobispo- puedo expresar en la seguridad que esta consagración particular responde al llamado con el cual Dios ha hablado a nuestras hermanas”.
Almas que- aunque permanezcan en lo cotidiano de la sociedad- estan llamadas a vivir la vida consagrada, comprometiéndose a madurar una percepcion positiva de los valores seculares; tal realidad teológica en la cual realizar y testimoniar la salvación.
La consagración no se entiende como segregación, sino como respuesta radical a Dios, que llama a vivir en la secularidad, confiriendo a la persona en su mismo estado, a fin de que permanezca en su ambiente particular y lo transforme desde lo profundo.
“El mundo y la Iglesia-continuó mons. Ciliberti- no pueden hacer menos de vuestra presencia, porque tal consagración caracteriza el aspecto insustituible de la acción pastoral de la Iglesia. Una consagracion que responde al plan infalible de Dios, que las llama a estar unidas al Amor del Padre, insertándolas en la profundidad de su misterio”.
Por consiguiente, los votos de pobreza, castidad y obediencia, la comunion sacramental, el escuchar la Palabra de Dios, la oración continua y el ejercicio de la caridad, alimentaran la misión de estas hermanas consagradas, llamadas en el y los mundo para ser signo visible del Amor de Dios en medio de los hombres.
Una felicitacion que ha dirigido también Mons. Arzobispo exhortando a las candidatas a corresponder al amor esponsal con Dios, transformándose ante pos hombres como “ la letra viviente de Cristo”. “ Solo así –concluyó Mons. Ciliberti- podran construir una Iglesia más bella y un mundo más justo y verdadero, según el plano de Dios y a los anhelos y esperanzas de la humanidad”.